martes, 15 de noviembre de 2011

miércoles, 2 de noviembre de 2011

¿regeneración?

El capítulo del programa electoral del PP sobre “regeneración democrática” es igual a cero, no hay nada de nada, lo del sistema de elección del Tribunal Constitucional es una broma que no impide su politización, y todo eso de la transparencia y el buen gobierno no compromete a nada. El contrapunto a este vacío programático lo ha querido poner el diario El Mundo al presentar “100 propuestas para defender y fortalecer la democracia”, un empeño tan desmedido como inútil -aunque aparezcan propuestas de interés- en línea con el empeño ‘pedrojotista’ del “todo a 100″: cien medidas anti-crisis; cien interrogantes sobre el caso Faisán; y cien preguntas al que fue ministro de Interior Rubalcaba, sobre la conspiración del 11-M, que nunca existió. ¿Se acuerdan?

No ponemos en duda el talento y la vocación democrática (y monárquica) del profesor Jorge de Esteban que parece haber coordinado el trabajo, pero previamente tenemos que plantear unas cuestiones que conviene despejar: ¿es plenamente democrático el vigente sistema político que tenemos en España? ¿Acaso las carencias del sistema, mas bien partitocrático, español no están en el origen del deterioro político, social y económico que invade España, incluido el deterioro de la cohesión nacional? Si esto es así no se debe hablar de la regeneración sino de reforma (revolución será excesivo) del sistema político español, el que entre otras cosas no garantiza algo tan esencial en toda democracia como es la separación de los poderes del Estado. Lo que es peor favorece la acumulación de dichos poderes y evita todo control democrático del poder ejecutivo. Lo que acompañado del vigente sistema electoral conduce al secuestro de la soberanía nacional por parte de los aparatos de los partidos que habitan la mayoría gobernante (o que esperan su turno en la alternancia). Y todo ello a medias con poderes ‘fácticos’ ajenos al campo democrático como son el financiero (la obscena intervención actual de los mercados en la vida democrática, dan fe de ello); y en el caso español la ‘cama redonda’ de la política, finanzas y grandes medios de comunicación, así como las injerencias en la soberanía nacional de potencias ajenas a nuestro país como la Iglesia Católica (desde tiempo inmemorial) o Estados Unidos(desde el franquismo).

Si esto no fuera así sería impensable que personajes de la escasez política e intelectual como Zapatero y sus ministros -del “todo a 100- hubieran llegado al Gobierno de España; o que nadie los hubiera podido controlar o expulsar del poder ejecutivo ante los destrozos causados, que han llevado el país a la ruina y a la desunión nacional, sin control alguno. O que aún siga floreciendo en España la corrupción; o que se tapen o indulten los abusos y escándalos de los poderosos del dinero; o que España se trague el escudo anti misiles por decreto; o una reforma encubierta de la Constitución para el insolidario estatuto catalán; o unas reformas de la Carta Magna en quince días y sin referéndum; o la legalización de Bildu y otras tantas cosas más, y sólo citamos casos recientes y a la vista de todos (y muchos de ellos bajo el pacto del Gobierno y la Oposición).

El debate sobre la necesaria reforma democrática en España es apasionante y bien merece una extensa disertación. Pero permítasenos en esta crónica de urgencia resumirlo en muy pocas ideas, o propuestas para la reforma del sistema partitocrático español (hijo menor de la Democracia): en un primer lugar sobre el Poder Ejecutivo: se ha de elegir al presidente del Gobierno, (en una Monarquía Parlamentaria), o al Jefe del Estado (en una República, previo referéndum sobre ambas formas de gobierno) en unas elecciones presidenciales a dos vueltas de circunscripción única nacional y ajenas a las Legislativas. Dos: el Poder Legislativo: el Parlamento debe elegirse con los candidatos en las listas abiertas en circunscripciones de toda España (el sistema mixto alemán, con una lista global incluye el virus partitocrático, aunque no es malo del todo). Tres: El Poder Judicial: ni el poder Ejecutivo ni el Legislativo pueden intervenir en la elección de los órganos gestores del poder Judicial (tal y como ocurre ahora) y por lo tanto tampoco deben influir en la formación de los altos tribunales del Estado. Los órganos judiciales del Estado deben tener jurisdicción nacional y ser elegidos solo por todos los cuerpos jurídicos del Estado.

Sin estas tres reformas esenciales todo lo demás -las “propuestas a 100″- son variantes para lavar la cara y para consolidar la partitocracia vigente. A ellas hay que añadir medidas importantes como la retirada de financiación a los partidos políticos (el modelo actual vicia el sistema electoral y crea una discriminación flagrante con las minorías); y otras relativas a la separación definitiva en España de la Iglesia y el Estado; el fin de bases extranjeras en nuestro territorio; y el cumplimiento inexcusable de la legalidad tanto a los poderosos como a los nacionalistas, cuyo chantaje permanente se tiene que acabar. Si conseguimos, además, erradicar la partitocracia de los medios de comunicación (al menos en los públicos), para que la prensa ejerza con su independencia la función de contrapoder que le corresponde, pues todavía mejor. Si se ponen en pie estas reformas democráticas esenciales que son el núcleo de todo sistema democrático y la garantía de la soberanía nacional, a partir de ahí podremos hablar de otras mejoras y ocurrencias más o menos positivas. Pero sin todo esto, empezando por la elección directa y el control democrático ecutivo lo demás es dejar las cosas como están.

Publicado en República.com   http://www.republica.com/2011/11/01/la-democracia-del-todo-a-100_405687/

 

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