miércoles, 10 de noviembre de 2010

Democracia enferma, médico ausente

Javier Nart escribe en El Economista:

El principal problema de los españoles es la crisis económica... pero el tercero de ellos lo constituyen quienes deberían sacarnos de ella: los políticos. Simultáneamente, Cataluña presenta un estremecedor 20 por ciento de ciudadanos que bien apoya o se demuestra indiferente ante una dictadura.

Si esto no es un síntoma de extrema gravedad sobre nuestra salud democrática, que venga Dios y lo vea.

Porque nuestra democracia se encuentra regida por una partitocracia que, dejando amplios márgenes a nuestra libertad individual, controla férreamente el núcleo de lo esencial: el poder? aparente. El real lo constituyen los ejes financiero e industrial.

Siendo una evidencia que la crisis que sufrimos no es consecuencia del malvado destino, sino de un proceso especulativo, pregunto: ¿conocen ustedes a un solo responsable del mundo de los negocios o de la banca a quien se reclamen responsabilidades?

La constante es -fue y será- la privatización de los beneficios y la socialización de las pérdidas -los fondos de rescate que pagamos con nuestros impuestos-.

¿Alguien cree que el exquisito amor con el que la banca trata las deudas de los partidos es consecuencia de una desinteresada compulsión democrática? ¿Conocen ustedes alguien a quien estas benéficas instituciones hayan perdonado millones de euros en intereses vencidos? ¿O a garantes fallidos a quien durante decenios no se ejecute su patrimonio?

Y no se nos venga con la beatífica historia de que el cambio es posible desde dentro de esos oligárquicos partidos, ya que, en todos ellos, desde la derecha a la izquierda, impera el muy leninista principio de la dictadura del secretariado.

Porque crear un partido ex novo es tarea homérica, de Quijotes iluminados -como la ejemplar Rosa Díez- o de prohombres del sistema con dinero suficiente y con control eficiente de los medios de comunicación -para ejemplo, el erotómano Silvio Berlusconi-.

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