martes, 24 de noviembre de 2009

Del periodismo de trinchera al de cloaca

Artículo de Enrique de Diego publicado en Periodista Digital:

Enrique de Diego, 24 de noviembre de 2009 a las 13:11

La sociedad española tiene tres muy graves problemas que pueden abatirla y cuestionan su supervivencia como sociedad abierta: los políticos, devenidos en casta parasitaria expoliadora; los apesebrados sindicatos, degenerados en parásitos fiscales contra los trabajadores; y la traición de los medios que han pervertido su función natural de contrapoder para asumir la de lacayos y masturbadores de la casta, de forma que se han convertido en medios de incomunicación y en empresas de entretenimiento.

No se hubiera llegado tan lejos en la crisis de modelo que padecemos si esa traición de los medios no hubiera sido tan profunda y generalizada.

ACOMODADOS AL PODER

En vez de servir a sus usuarios, los medios se han acomodado al poder, se han sometido a sus dictados y se han convertido en estrictos centros de tráfico de influencias.

Su cliente real, al que se pliegan, es el poder político, quien reparte las concesiones administrativas e ingentes cantidades de publicidad institucional –estricta propaganda vacua, abundante en monsergas moralina propia de un Estado tan confesional como degenerado.

ENGAÑO CIUDADANO

El periodismo, sometido a ese esquema, pero ya chapoteando complacidos sus mandarines, se ha convertido en la forma más constante y edulcorada de adulación al poder y de engaño al ciudadano, al que se sitúa en el desmerecido papel de espectador de un circo engañoso y virtual, mientras se le desarma ante la expoliación que padece, y le va llevando a la indigencia, a los comedores de Cáritas, preludio del hambre.

NO ES CUESTIÓN DE SOPORTE

La crisis de los medios no es sólo la consecuencia de la competencia de Internet –reducto de libertad pues no es objeto de concesión administrativa, aunque lo pretenden- sino de su propia pérdida de sentido. No es sólo cuestión de soporte, sino de autodestrucción.

Los medios han sido conducidos sin resistencia, y luego se han movido con alborozo, a la corrupción moral de la que hablaba Lord Acton, que es más letal y degradante que la económica, aunque de común la presupone, y es el caso.

INFLUENCIA Y CHANTAJE

La cuenta de resultados ha dejado de depender de la ley de la oferta y la demanda, para medirse en términos de influencia y relaciones; primero, de chantaje; luego, de sometimiento.

Grupos como Prisa llevan décadas literalmente en quiebra técnica exigiendo cíclicas resoluciones a cargo del contribuyente, aumentando de continuo su deuda, que se sitúa en torno a los 5.200 millones de euros. Los medios de Prisa, en un desfonde perverso, sólo son críticos cuando tratan de conseguir algo del poder.

Empresarios como José Manuel Lara –la Patria española, en Madrid, la secesión catalana, en Barcelona, todo vale, no hay escrúpulos- ha sido beneficiado con jugosas recalificaciones de terrenos y tiene en nómina de autores a los Aznar, quienes le concedieron la licencia televisiva, con fuerte adelanto a cambio de productos tan curiosos y cuestiones como las selecciones de cuentos de Ana Botella, la del impuesto de basuras en Madrid, en comandita con Gallardón.

El caso de Jaume Roures, el troskysta de opereta y comedia bufa, es caso aparte. A pesar de contar con el favor del poder en niveles de corrupción flagrante, hasta hacer leyes estivales a su medida, está consiguiendo, de manera tortuosa, llevar a la práctica su crítica al capitalismo; con 3.200 millones de euros de deuda en tiempo récord puede decirse que ha llevado al capitalismo al ridículo, aunque ello no es óbice para que despida al amanecer o que la mayoría de sus accionistas evadan impuestos hacia los paraísos fiscales de Holanda.

Incluso se han llegado a niveles de componenda tan rastrera con el poder como los alcanzados por la trama de la agencia de publicidad Lavinia, lustroso chiringuito del PSC, que hace negocio con la propaganda del plan E, siendo el plan E exclusivamente propaganda, y teniendo a sueldo a Enric Sopena y a su digital ‘El Plural’. He aquí la oscuridad del circo mediático llevada a las tinieblas y haciendo negocio sobre el sufrimiento de las buenas gentes.

Mientras lastra las cuentas de Rizzoli, Pedrojota se ha puesto a hacer competencia desleal a Sopena, y ora adula a Zapatero, ora ensalza al dechado de Fernández de la Vega, de manera tan vergonzosa que se nos debería haber evitado el bochorno. Todo sea por si le cae algo, antes la caída en las pérdidas, en 26,5 millones de euros.

AEDE, TODO POR LA PASTA

Atrapados en su propia trampa, hundidos en su degeneración, la última impostura, la definitiva traición es acudir como menesterosos, agrupados en lobby, sin diferencia de ideas ni líneas editoriales, todo por la pasta, reunidos en la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE) para solicitar al ejecutivo –como piratas somalíes o como los cineastas o la UGT- dádivas a costa del sangrado contribuyente.

Jefferson prefería que no hubiera Gobierno a que no hubiera prensa, pero una prensa genuflexa, claudicante y dependiente del Gobierno no merece el nombre de tal. El periodismo como la nueva forma de lacayez no merece sobrevivir, precisa de urgente regeneración.

A costa del contribuyente, del mismo que, al tiempo, es número anónimo del share, del EGM o de la OJD. Los medios se traicionan a sí mismos –se reúnen en vicepresidencia con el secreto de las mafias, sin ni tan siquiera dar información de tenidas ni infectos conciliábulos- porque han traicionado a sus clientes del pasado: a los ciudadanos. Estos han dejado de interesar y ninguna atención se les presta.

MAGNETOFONES DE LOS POLÍTICOS

Fuera de la constante masturbación de la casta, para los medios, los ciudadanos se difuminan en datos estadísticos, ahora, fundamentalmente, del paro. Sólo aparecen en las páginas de sucesos o, ridículos y ridiculizados, en la telebasura contando sus miserias a cambio de unos minutos de protagonismo y algunos euros. El ciudadano normal ha desaparecido. De hecho, los géneros periodísticos que exigían contacto con la calle y la abrían ventanas, como el reportaje, han sido erradicados. En las redacciones ya no hay reporteros, hay magnetofones al servicio de los políticos.

Pueden analizarse las fotos de los diarios y sólo salen los dirigentes políticos y esa ficción hilarante de los agentes sociales (¡aquí hasta la patronal está a sueldo y subvencionada!)

DEL PERIODISMO DE TRINCHERA AL DE CLOACA

Para enterarse de la corrupción de la izquierda es preciso acudir a un medio de derechas. Para informarse de la corrupción de la derecha, imprescindible recurrir a medios de izquierda. No hay repudio moral de la corrupción, sino estrategia, la misma utilización instrumental de las miserias ajenas por los partidos. El ‘y tú más’ ya no sale de Ferraz o Génova, sino de las redacciones, los columnistas y los tertulianos.

A quienes cuestionan la casta se les silencia o se les condena al ostracismo. La sociedad española no está adormecida, está simplemente... secuestrada, como ha indicado Javier Benegas, por los medios de incomunicación.

Desprestigiados los políticos, utilizan en interesada y contra natura coyunda, a los periodistas para desgranar los manidos y recurrentes argumentarios. Sin la incisividad de Quevedo (algún émulo ha sostenido sobre Gürtel veintisiete posturas contradictorias, unas con otras, pero siempre al servicio del PP y con el argumentario oficial y oficioso del día), ni la elegancia estilística de Valle-Inclán para describir el esperpento y la corte de los milagros actuales, el periodismo se ha convertido en la cloaca de los políticos profesionales.

A fuerza de instalarse en el periodismo de trinchera -sin principios deontológico ni respeto a la verdad- ésta se ha ido llenando de detritus hediondos, de modo que quien más se ha acostumbrado a la mugre y mejor se sostiene en el lodazal, con más desenvoltura muestra su podredumbre y exhibe su vitola de chambelán o su argolla de esclavo. De los periodistas de partido se ha pasado a los periodistas de facción de partido, que participan de las intrigas internas, y de ahí a los periodistas de político concreto. Apenas restan periodistas en esta selva de apasionados portavoces oficiosos o de simples recaderos de consignas.

El periodismo agoniza. No ha muerto, pero se tambalea en el escenario. No se dedica a informar, sino a entretener. Es pura industria de entretenimiento, sostén de la casta parasitaria y ahora, herido, pide su parte en el festín de la expoliación de las clases medias. Nada más lógico. Méritos ha hecho y hace y muchos.

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