domingo, 8 de noviembre de 2009

Motivos de Optimismo

Artículo de Proyecto Cívico en El Confidencial:

El optimismo sólo se puede fundar en la confianza en la propia capacidad, la determinación de utilizarla y una razonable expectativa de que las circunstancias son buenas… o de que si no lo son, podemos hacer algo por cambiarlas.

Hay tres virtudes ganadoras que adornan a quienes conquistan mercados, logran metas sociales y avanzan en las artes, las ciencias y las letras: la generosa vocación de servicio a los demás, el esfuerzo continuado y la rebeldía frente a lo inadmisible.

Los españoles se están dando cuenta de que no son sólo los políticos los culpables de los pecados nacionales. ¿Podemos acusarles de egoísmo, pasividad y conformismo desde nuestras propias actitudes laxas? El fatalismo tenebrista ha dejado de ser todo nuestro diagnóstico de un Estado que atraviesa dificultades extremas. Las malas cifras han dejado de ser nuestra coartada para abandonarnos y pensar que esto no tiene arreglo y por tanto hay que aceptarlo. Nos está empezando a apretar demasiado el zapato.

Rodríguez Zapatero lleva casi seis años dedicado en cuerpo y alma a destruir el Estado que se supone debería gobernar. Lo ha intentado todo: fomentando las disensiones religiosas, fustigando el resentimiento social, animando la división territorial y atizando las más bajas pasiones guerracivilistas que honradamente ya nadie siente pero que se erigen en válvula de escape de toda clase de otros rencores y frustraciones personales…

Cada asunto que toca es procesado en la calculadora electoral. Cada pasión, cada sentimiento cada ocasión es aprovechada para provocar problemas en los que el incendiario se alce como salvador. Polarizar la sociedad en bandos es una de las maneras más eficientes de asegurarse uno el voto: por eso los demás se apuntan a la estrategia. Pero los ciudadanos empezamos a estar hartos: los culebrones cada vez nos interesan menos: nos interesan nuestras circunstancias, esas que estamos decididos a cambiar.

Comenzamos a reaccionar


Después de seis años Zapatero no ha conseguido hundir a esta sociedad: al contrario, ha sido abandonado por sus compañeros de partido o de grupo parlamentario más experimentados y reputados… incluso últimamente por varios a los que en su día hizo Ministros. Después de no haber arreglado ningún problema político, económico ni social y de haber inventado muchos que no teníamos, agravando la crisis financiera, económica e inmobiliaria, los españoles no estamos a tiros por las calles. Y para más inri, la familia y la Iglesia han demostrado ser instituciones imprescindibles en estos tiempos de crisis durísima, en que las redes sociales previstas por nuestra atosigante y tiránica Administración han demostrado ser absolutamente insuficientes cuando no directamente inútiles, absurdas y un despilfarro kafkiano que nada arregla.

Nada tan eficaz para hundir a una sociedad como adormecerla: es otra cosa que no le ha salido a Zapatero, porque comenzamos a reaccionar, reivindicando nuestra condición de ciudadanos y no de súbditos, trabajadores y contribuyentes a Hacienda.

Las encuestas reflejan que por vez primera exigimos más a nuestros políticos y que los votantes de cada partido son muy capaces de suspender a sus “líderes”, con valoraciones de políticos donde ya no imperan los mandamases de los grandes partidos sino aquellos vistos como más honestos por los ciudadanos como Rosa Díez, que ha hecho gala de un discurso consecuente. Son cada vez más patéticos los repetidos intentos de El País y otros medios por ocultar las valoraciones negativas de los Ministros o el descrédito internacional de un Zapatero que empeñado en ser un incono de la izquierda sólo tiene amigos entre dictadores… y con amigos así, quién quiere enemigos.

Difícilmente todos esos corruptos parásitos que han prosperado a nuestra costa en el Estado de Taifas se irán de rositas, como pensaban. Cuando los recursos han escaseado, han empezado las peleas entre ellos por lo poco que quedaba. Antes, en momentos de abundancia, todos callaban, se ayudaban. Desde Proyecto Cívico denunciamos el silencio cómplice, inmoral de todos los políticos que sabiendo de la corrupción no hacían nada por denunciarla: y son muchos.

Nuestra vida es en gran medida el resultado de nuestras actitudes, nuestras decisiones y nuestras acciones. También es fruto de nuestras circunstancias, ya lo dijo Ortega. Algo así como una mezcla entre lo que a uno le ocurre y lo que a uno se le ocurre. Quizá sea hora de recuperar el raciovitalismo, ese interesante movimiento filosófico español al que tan poco caso se le hizo frente al más difundido existencialismo francés.

Empezamos a ser ciudadanos que con serenidad pero determinación toman las riendas de su destino en sus manos, decididos a cambiar sus circunstancias. Ha costado: muchos de los primeros que alzaron su voz fueron decapitados. La mayoría solo se atreve a hablar cuando las cosas ya son un clamor: la naturaleza humana suele ser cobarde. Pero hemos alcanzado un número suficiente de voces, y ya nadie nos va a callar.

Tenemos buenos motivos para el optimismo.

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