sábado, 27 de marzo de 2010

165.000 millones

Publicado en El Confidencial:
El Banco de España ha puesto por fin nombre a la magnitud real del problema inmobiliario que tiene la banca española: 165.500 millones de euros. Esta exposición "potencialmente problemática" es la suma de los créditos concedidos al sector que han entrado en mora, los calificados como subestándar (no son morosos pero probablemente lo serán), los ladrillos adjudicados y los créditos fallidos, y supone el 37,2% de la exposición total al sector, que alcanza 445.000 millones.

Según el último informe de estabilidad financiera publicado este viernes por el supervisor, actualmente hay 42.800 millones de euros de crédito moroso a constructoras y promotoras en el conjunto del sistema financiero. Para hacer frente a este riesgo, los bancos y cajas han dotado 17.700 millones, lo que supone una tasa de cobertura del 41,4%.

A eso se añaden otros 59.000 millones con consideración de subestándar (no han incurrido en impago ni tampoco proceden de empresas en situación de alto riesgo), con unas provisiones de sólo 7-600 millones, el 12,9% -las exigencias de provisiones para estos créditos son menores que para los morosos-.

Pero el supervisor también incluye en los activos problemáticos las adjudicaciones de activos, de acuerdo con la teoría que sostienen los analistas internacionales -que las suman a la tasa de morosidad- y que critican duramente las entidades españolas. Según sus cifras, la banca española se ha 'comido' ladrillos por valor de 59.700 millones, de los que ha provisionado 13.000 millones, es decir, el 21,8%. En cambio, no incluye en el total las refinanciaciones, la famosa "patada a seguir" -se aplaza el pago a la espera de que las inmobiliarias puedan afrontarlo en el futuro-, cosa que sí hacen los analistas.

Por último, el Banco de España cifra en 4.000 millones los activos fallidos del sector, es decir, los créditos incobrables. La normativa exige que se provisionen al 100%, por lo que las provisiones de esta partida alcanzan también 4.000 millones. Si se suman todas estas partidas, se alcanzan los 165.500 millones citados.

Si sumamos también las provisiones dotadas para cada uno de estos activos, nos encontramos con que bancos y cajas se han anotado 42.300 millones al cierre de 2009, lo cual supone una tasa de cobertura del 25%. Pero el informe recuerda que el sistema de cobertura de insolvencias en España también está formado por las provisiones genéricas dotadas por el sector en los años de bonanza. Si dedicara la totalidad de este fondo (excluyendo la parte asociada a los negocios en el extranjero), la cobertura ascendería al 35% de los activos inmobiliarios problemáticos.

Con los beneficios, se llegaría a una cobertura del 50%

Esas son las cifras reales. El Banco de España va un paso más allá para contar como defensa contra las pérdidas en el ladrillo la generación de beneficios de las entidades; bajo la hipótesis de que los ingresos (margen de explotación) en 2010 son similares a los de 2009, la cobertura del riesgo inmobiliario se situaría en el 71%. Como suponer que este año no van a caer los ingresos de los bancos y las cajas es mucho suponer, y el supervisor es consciente de ello, rebaja su estimación al 50% de los 165.500 millones, es decir, 82.750 millones.

"A la luz de los datos anteriores, parece que el conjunto del sector tendría cubiertos descensos superiores al 50% en los precios medios de realización de las garantías sin tener que anotar pérdidas adicionales", es la conclusión del informe.

Gran diferencia entre entidades

Por tanto, no parece que la exposición al ladrillo sea un peligro mortal para el conjunto del sector. Pero sí lo es para algunas entidades con una exposición más elevada o menores niveles de provisiones para hacerla frente. Algo que se pone de manifiesto en el gráfico adjunto, que compara el grado de exposición inmobiliaria de cada entidad como porcentaje de su cartera de crédito y la morosidad de este sector. Lamentablemente, el informe no identifica la entidad que corresponde a cada punto.

Asimismo, esta heterogeneidad se traslada al valor de las garantías (no es lo mismo vivienda urbana terminada que suelo rústico) y a la capacidad de recuperación de los créditos por parte de las entidades.

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