miércoles, 3 de marzo de 2010

Terquedad reivindicativa

Escribe Javier Dysart en el Diario Montañés
Reinosa y Campoo han tenido que cubrir un amplio recorrido para ver hecha realidad la demanda hospitalaria que ahora culmina con la puesta en marcha del Hospital Tres Mares. Ha sido un largo tiempo de vocerío, regateos, y de titubeos políticos. Por unos u otros motivos, el tema hospital lleva más de tres décadas moviendo a la danza de la reivindicación ciudadana. Si bien el revuelo más sonado comenzó en 1984 con el cierre político de Clínica Reinosa, este mismo centro ya había sido causa de correteos callejeros una década antes, en demanda de un concierto de la Seguridad Social para el nuevo centro sanitario. A pesar de tratarse inicialmente de una instalación privada, la atención sanitario-hospitalaria que prestó Clínica Reinosa fue un tanto positiva, como así lo reconocieron los propios servicios de inspección de la Seguridad Social. Desde la clausura de ese centro se ha cubierto un largo camino de incertidumbres mientras se despetalaba la margarita: 'hospital si, hospital no'.

Cuando al final, tras numerosas andanzas de pancarta y gestiones dialogadas, la solución parecía decidida con la recuperación del edificio de la vieja Clínica, propiedad del Gobierno Regional, llegó un día a Reinosa la señora Rosario Quintana, como flamante consejera de Sanidad, y nos dijo que el proyecto ya iniciado quedaba anulado por inservible e inútil. De forma paralela anunció entre dientes la construcción de un nuevo edificio para el mismo fin. Esta decisión significaba el retorno a las andadas. Un volver a empezar. La señora Quintana no tenía entonces ni proyecto, ni estudio, ni modelo, ni alternativa convincente que llamara a la confianza. Lo único que tenía claro es que el modelo previsto para el Hospital Campoo no era el adecuado y, por lo tanto, no valía.

A partir de ese momento la luz roja de la desesperanza hospitalario volvió a encenderse. Y comenzaron las contradicciones y los desencuentros. Mientras los ciudadanos, sindicatos, partidos políticos, y resto de agentes sociales pedían con insistencia soluciones hospitalarias definitivas, desde la consejería se desplegaban dispares e improvisadas promesas de apaciguamiento. Insistieron en que la comarca de Campoo no necesitaba 'un hospital comarcal, ni tampoco de referencia, ni tan siquiera hospital'.

Lo justificaban diciendo que la auténtica necesidad de los campurrianos era la de un 'Dispositivo sanitario especializado'. Ante el rifirrafe que se montó, Sanidad tuvo que improvisar y añadir que este dispositivo sería reforzado 'con otro segundo dispositivo socio-sanitario', que también estaba sin definir. Entre oferta, cabreo, y oferta, los campurrianos coreaban al unísono que en lugar de sofisticados 'dispositivos sanitarios de alta resolución', se construyera un modesto hospital, dignamente equipado, con camas suficientes para dar respuesta a las necesidades que diariamente se plantean en la comarca. Se pedía también que en lugar de un 'bloque quirúrgico', se equipase el centro con servicios de traumatología, cirugía, anestesia, radiología, consultas y, sobre todo, especialistas suficientes para cada una de las áreas.

Al final, tras la 'terquedad' reivindicativa de los campurrianos junto a las amenazas de más presión pancartera, el Gobierno de Cantabria claudicó en sus rodeos y decidió la construcción del Hospital Tres Mares ahora concluido.

Este logro es el resultado del tesón mostrado por todo un pueblo en defensa de su derecho a una sanidad digna. La espera ha sido larga. Sea para bien.

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