viernes, 5 de marzo de 2010

Masa e Individuo

Escribe Miquel Giménez en Factual:
Basta tan sólo con mirar los contenidos televisivos para darse cuenta de los esfuerzos titánicos que realiza el sistema en la tarea de puerilizarnos a todos. Nos prefieren ignaros, vacuos, aborregados en una masa que no sepa distinguir nada más allá de un balón, de un cotilleo o, peor aún, a la que le dé pereza hacer el menor esfuerzo intelectual. Resumiendo: nos quieren borregos y apáticos. Ya lo dijo Don Pío Baroja: es mucho más fácil pactar con las masas que con los individuos. El individuo es un ser pensante al que cuesta más convencer. La masa no.

El gran error de las izquierdas ha sido –y es– pretender que es mejor dejar de ser individuos para entrar, según el gran escritor vasco, “en el gran pesebre socialista”. No es de extrañar, pues, que el gregarismo barato que reina en estos tiempos desnortados lleve a mucha gente al refugio de la cantidad antes que al de la calidad.

Es triste decirlo pero, hoy por hoy, el individuo y, por tanto, el genio, son la excepción que confirma la regla. El terrible precio que pagamos como sociedad es que no constituimos una suma de personas sino una suma de ceros y, como todo el mundo sabe, por muchos más ceros que se sumen el resultado será siempre el mismo, cero, nada, vacuidad total.

Hay como un pudor intelectualmente estúpido en declararse individualista. Es como decir que eras puta en los tiempos del padre Coloma. Sin el individuo, no obstante, no puede existir nada que valga la pena. Los pueblos que realmente han hecho algo de una cierta solidez han tenido en cuenta que es la persona, en definitiva, la que constituye el fundamento básico del edificio social. ¿A qué negar el individualismo, representante del pensamiento, en beneficio de la masa, amorfa y maleable? ¿Desde cuándo el rebaño de ovejas es más deseable que la magnífica soledad del lobo?

Esta castración mental es horrible si se pretende establecer alguna cosa positiva. Cuando nos entregamos a la masa renunciamos a nuestra individualidad y, al hacerlo, dejamos de pensar por nosotros mismos para funcionar a golpe de consigna, de cornetín de órdenes del poder.

De ahí que prefiera ser individuo, aunque misérrimo, que oveja opulenta. No sé si me entienden.

Miquel Giménez es periodista.

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