El lunes 6 de junio de 2011, el periódico Público (*) resumía las peticiones del movimiento 15 M y cómo conseguirlas, recordando que muchas de ellas ya están en vigor en países europeos y las supuestas dificultades de las mismas.
De las 21 ideas que cita el periódico sorprendentemente ha desaparecido por arte de magia partidocrática ¿ rubalcabaniana ? una reivindicación interesante, a saber, la reivindicación fundamental de la separación o división de poderes en origen que estaba en el punto 13 de la Asamblea de Sol desde el principio del movimiento y que se mantenía y mantiene en el día de hoy en la mayoría de las asambleas.
¿Qué le han ordenando al periódico Público desde las altas esferas poéticas del partido? ¿Está intentado engañar a los indignados, él que tanta simpatía tiene con ellos? ¿Qué piensa Luis García Montero, el poeta de la experiencia, sobre tal olvido?
Una vez que se saca de las reivindicaciones y las ideas del movimiento 15M precisamente a la idea más trascendental para cambiar el régimen antidemocrático del Estado de partidos todo queda ya más “simpático” pero inofensivo.
Aún así el periódico no puede ocultar tres ideas que también han estado presentes en las acampadas: las tres tienen que ver con el poder legislativo y la representación de los electores y una de ellas tiene que ver además con la esencia de la democracia, a saber, la posibilidad de elegir y destituir a tu gobierno o jefe de estado. Y ya que no pueden ocultarlas, pues proceden a su tergiversación. ¿Están tomando por ignorantes políticos a los indignados?
Recordemos las tres ideas a las que se refiere Público: la primera idea es la reivindicación de una Ley Electoral democrática, la segunda es la exigencia de que los electores puedan revocar el mandato dado a sus representantes políticos cuando no cumplan con lo prometido o sean corruptos y la tercera se refiere a eliminar los obstáculos para las iniciativas ciudadanas en el ámbito legislativo y del referéndum democrático.
Público empieza por afirmar que la Ley Electoral más democrática que se reivindica es, y aquí está ya la mentira, una simple “ley electoral más proporcional”, es decir, una ley electoral como la existente ahora mismo pero con una modificación pertinente para que los partidos políticos estatales pequeños puedan conseguir más escaños para poner al servicio de su jefe de partidito.
A eso lo llaman respeto de las minorías, pero de las “minorías de partido”, habría que decir. No se refieren, en cambio, a respeto alguno de minorías de la sociedad civil. La mentira es evidente: los jóvenes piden leyes electorales más representativas y el periódico afirma que el sistema proporcional es el más representativo y democrático porque “así no anula la voz de los territorios”. ¿Pero qué voz de territorios? La facultad de elegir es propia de los ciudadanos y no de “los territorios”. Los paisajes, por muy sublimes que sean, no pueden elegir a sus representantes. Y, además, ontológicamente las personas tienen piernas y no “raíces”.
La voz democrática es la de los electores reunidos en su distrito o mónada, independientemente de su territorio. El sujeto político es el distrito y no el territorio del distrito.
Es más, sigue afirmando el periódico Público que la propuesta tiene una gran dificultad para conseguirse, a saber, la de que se requiere una reforma de una ley orgánica y nada más y nada menos que una “ reforma de la Constitución de 1978”. ¿Qué mensaje envía con ello a los indignados? Pues que la constitución de 1978 y sus leyes orgánicas que sustentan la partidocracia es intocable, que es una utopía, no ya hacer una verdadera Constitución, sino tan siquiera proceder a una reforma constitucional.
La segunda idea, debido a su peligrosidad democrática, es rechazada de plano por los “sabios políticos “de Público. Me refiero a la idea básica de toda la indignación: poder revocar el mandato a quien, en nombre de los electores, está practicando la corrupción o no está cumpliendo con lo que quieren los electores. La propuesta del 15 M es elemental y así lo recoge el periódico: “Propuesta 4: dar a los electores la posibilidad de destituir a un cargo electo”.
Es evidente que si eliges a tu representante de distrito y éste no cumple con su programa o es corrupto (al igual que si contraes matrimonio y tu marido te maltrata) tienes el derecho democrático de cambiar de representante de forma inmediata, es decir, de destituirlo. Claro que sí, es evidente que puedes hacerlo (al igual que tienes el derecho civil de divorciarte de inmediato).
Y ese derecho no es contrario a democracia alguna, es la esencia de la democracia. Pero un periódico del estado de partidos, por muy “buen rollito” que lleve con los jóvenes, no puede poner en peligro la esencia del mismo.
El periódico no puede defender que la democracia es poder elegir y deponer a tu jefe de estado y gobierno. Le cuesta mucho, así que señala la dificultad de tener que reformar la Constitución de 1978 y procede a comparar la esencia de la democracia con repúblicas del cono sur y gobernantes cambiados democráticamente y sustituidos por los electores por un nuevo representante que no les parece “ chic” a los del periódico Público: “Así llegó al Gobierno de California Arnold Schwarzenegger, en 2003: los ciudadanos críticos con el entonces gobernador, Gray Davis, lograron juntar las firmas necesarias para convocar un referéndum de destitución pese a que Davis había sido reelegido en 2002 y lo ganaron. Esta posibilidad (recall, en inglés) está prevista en 18 estados de EEUU y en países como Venezuela y Bolivia. Y puede aplicarse también contra diputados. En California, para forzar un referéndum revocatorio se necesita reunir firmas equivalentes al 12% de los votantes que participaron en las anteriores elecciones. En España, además de las reticencias que provoca en muchos expertos, que temen que los lobbies lo utilicen en beneficio propio, resulta más difícil de aplicar al tratarse de un régimen parlamentario. Además, los diputados tienen garantizado el escaño durante cuatro años en la Constitución". Lo que es antidemocrático es no poder revocar el mandato a tu representante o gobernante. En Público parece que no saben el significado de la democracia, además de ocultar la característica esencial de la independencia de los poderes.
La tercera idea democrática que asusta a Público es la de una democracia participativa, también básica para los jóvenes de todas las edades del movimiento del 15 M: las iniciativas populares y referendos.
Esta idea también les parece difícil de conseguir y utópica a los señores sabios del periódico, es decir, que “disminuir las restricciones para que los ciudadanos puedan promover referendos vinculantes o iniciativas legislativas” parece una idea utópica porque “exige reformar la Constitución de 1978”. ¿Pero qué es eso tan intocable de la Constitución de 1978? ¿ Es que perdemos las libertades si queremos democracia ?
No saben responder a esta pregunta ya que les pondría en evidencia, pero no tienen otro remedio que reconocer que en los estados en los que existe un poco de democracia (si es que podemos hablar así, que no es el caso): “En países como EEUU o Suiza, entre otros, la iniciativa de referendos no está en manos de las autoridades, sino de los ciudadanos. Y continuamente hay consultas vinculantes”. Dicho esto, en la redacción del periódico Público cunde la alarma de nuevo y tienen que añadir la siguiente barbaridad: “Sin embargo, algunos expertos advierten de que este modelo tiene también inconvenientes porque, en la práctica, la gente con más dinero suele tener también más capacidad de recoger firmas y de financiar campañas.” Según Público y sus “algunos expertos” los ricos son los que “recogen más firmas” de la sociedad civil para defender sus privilegios, las medidas de recorte social y las guerras de agresión a otros países.
En Público lo tienen claro: la iniciativa legislativa popular y los referéndums son bastante antidemocrático. Los “sabios políticos” de Público olvidan de nuevo que si los representantes políticos fueran verdaderos representantes de sus electores, agrupados en distritos, a los cuales se supeditarían con mandato imperativo y revocable, entonces las iniciativas legislativas populares y los refrendos serían parte de los mismos programas electorales. Pero bueno, esto sería mucho pedir para el conocimiento político de la prensa partidocrática.
En definitiva: la confusión que quieren trasladar a los jóvenes de todas las edades del movimiento 15 M es maquiavélica , en el peor sentido de la palabra, porque primero ocultan la reivindicación fundamental de las protestas: la separación de los poderes en origen; segundo, afirman que la ley electoral democrática es la que impone el sistema proporcional; tercero, sostienen que las iniciativas legislativas populares y los refrendos son antidemocráticos; y, por último, y ante todo: tratan de desanimar a los jóvenes con las dificultades de tener que reformar la constitución de 1978, cuando lo democrático y correcto es precisamente ese camino, a saber, el de hacer una nueva constitución, en este caso: el de hacer una verdadera Constitución democrática. Mienten y tergiversan hasta el final porque no se exigen simples reformas legislativas o constitucionales, lo que se exige es una nueva Constitución, la democrática que permita elegir y deponer al jefe del estado y de gobierno, que separe los poderes legislativo, judicial y ejecutivo en origen y permita la representación de los distritos electorales mediante mandato imperativo y revocable utilizando la más democrática de las reglas, a saber, la regla de la mayoría.