Publicado por Violeta Santiago en El Diario Montañés:
A las once de la mañana, en Bolmir no se mueven ni las hojas de los árboles. Calma chicha: ni un alma a la vista, ni coches por la carretera, ni una sola pegatina de las que se repartieron por San Juan para pedir la anexión a Reinosa. Y, cuando aparece el primer vecino el asunto no mejora: el hombre no quiere pronunciarse, ni que se le nombre, ni que se dé una sola referencia que pueda servir para identificarle. Pero acaba diciendo que el ambiente de Bolmir está muy deteriorado, «la gente está de un lado o de otro» y, las relaciones, «de lo más enrarecidas».
Él apenas hace ya vida en el pueblo. Se va a Reinosa, «como tantos otros». Pura metáfora. «Aquí todos tienen algo que callar..., nadie va a contar la verdad», augura. Eso sí, señala culpables de lo extraño que se ha vuelto el lugar: «los cuarentones y los treintañeros» que se han puesto a revolver «sólo porque el ayuntamiento no les da absolutamente todo lo que piden». «Y Matamorosa (la capital de Enmedio) no da porque no puede, no porque no quiera. Que aquí somos 200 y en otros sitios también hay necesidades».
Queda establecido, pues, que en Bolmir son 243 vecinos (con el último padrón oficial) y que no pueden estar más divididos. Unos, conformes con seguir como siempre, lindando con Reinosa, cabecera de comarca a la que acceden en 20 minutos andando por un camino que -ahora- pasa por debajo de una autovía. Los otros, inflamados contra la gestión de un alcalde (Carmelo Hijosa) que ha sido reelegido en siete ocasiones (lleva casi 28 años en el puesto), al que acusan de no tenerles en cuenta, no consultar, no informar.
Critican «lo de las farolas, lo del paso de cebra», lo de la senda a Reinosa, lo del PSIR (Plan Singular de Interés Regional)». Le han presentado al gestor municipal cuatro contenciosos, uno de ellos por la vía penal. Y, en junio, la guinda. Empezó a circular la idea de anexionarse a Reinosa, donde, por cierto, se les recibiría con los brazos abiertos.
La propuesta partió de dos vecinos, Pedro Manuel Martínez Montero y José Ramón Magán, pero la hizo suya la junta vecinal, cuyo presidente, Eduardo Ramos, está de acuerdo con los anteriores en que «algo hay que hacer». Ramos es socialista, exactamente igual que el alcalde de Enmedio, si bien todos los consultados en Bolmir coinciden en que no se entienden. Qué les ha pasado ya tiene más misterio. El enfrentamiento de este grupo con el alcalde Hijosa se dirime en escritos que cruzan de un lado a otro: de la junta al ayuntamiento, de éste al colectivo vecinal, del alcalde a todas las casas, de unos y otros a EL DIARIO MONTAÑÉS. Incluso se han enviado cartas al Defensor del Pueblo, al que los 'díscolos' piden la información que su propio regidor les niega.
Para entender de qué va el intento de anexión de la citada localidad a otro término es fundamental situarse. Bolmir limita con Reinosa, que es municipio más pequeño de España, con sólo 4,12 kilómetros cuadrados de extensión que acogen a 10.307 habitantes. Reinosa no tiene forma de crecer puesto que se se encuentra rodeada, por completo, por Enmedio. Éste va sobrado de espacio -con 91 kilómetros y 16 núcleos -, para sus apenas 3.800 parroquianos.
Como Reinosa padece cierta asfixia, su alcalde, José Miguel Barrio, no vería con malos ojos esta unión y así se ha pronunciado públicamente, lo que ha provocado ampollas en el alcalde de Enmedio, que ha tachado la iniciativa de «barbaridad». Hijosa echa humo al ser preguntado, porque hace un mes que los rebeldes están en campaña y le han acusado de ser un cacique, algo que le duele ya que ha sido elegido democráticamente «en siete ocasiones. Esto no pueden decirlo ellos, porque no les ha votado nadie».
Bolmir es interesante para Reinosa debido a que, en toda la vega que les separa ahora, está previsto levantar un polígono industrial. Los desobedientes no quieren que éste sea gestionado por Hijosa, del que no se fían. «Tiene un interés especial en sacar adelante un PSIR, pero de forma oscura, sin haber informado de nada». «Se ríe de nosotros», aseguran Martínez Montero y Magán. A sus ojos, lo ha hecho con el cambio de médico que hubo hace meses, con los horarios del telecentro, con el permiso para abrir una planta de reciclaje que no cumplía la normativa y que ha acabado con una imputación judicial.
La lista de agravios no tiene fin y la guerra es manifiesta. «Estamos hartos de las administraciones», concluye Magán. Tanto, que ya no pasan ni una. «El poder corrompe», resumen los dos descontentos, que tienen su centro de operaciones en la tienda del pueblo. Este detalle molesta visiblemente al alcalde de Enmedio, quien considera que las reivindicaciones de todo un núcleo no pueden dirimirse entre latas de tomate y bolsas de fideos, sino en la sede de la junta vecinal.
Este argumento, a su vez, enciende a los anteriores, que se ven legitimados para llevar adelante cualquier proposición. También para sacar a Bolmir de Enmedio, ya que pueden, teniendo en cuenta el derecho administrativo local, presentar la petición en ambos ayuntamientos, convocar un referéndum consultivo y elevar la propuesta a la comunidad autónoma, que tendría que dar el visto bueno.
Para más inri, el sentimiento parcial de separatismo de la localidad ha dividido a la junta vecinal. Una de sus integrantes, presidenta al tiempo de la asociación de mujeres, se descolgó diciendo que no quiere integrarse en Reinosa y este viernes la llamaron al orden, en una reunión de la junta que ella impugnó por no haber sido convocada en tiempo y forma. María del Mar Zubelzu está «totalmente en contra» de que su pueblo se una a Reinosa y, sobre todo, de que se plantee sin haber consultado a los habitantes del lugar. En su asociación militan en la actualidad 32 mujeres, en su mayoría veteranas. Zubelzu, ahora mismo, se siente en el punto de mira del colectivo vecinal que integran (junto al presidente Eduardo Ramos) Leopoldo Martínez Hoyos, Santiago Martínez Montero, José Olivera y Pilar Venero.
¿Y los vecinos de a pie?
Y aunque el primer vecino de a pie no se pronuncia sobre si está a favor o en contra de 'irse' a otro municipio, casi todos los demás encuestados tienen una opinión. Unos hablan de oídas, como María Jesús Fernández o las veteranas Sagrario Hoyos y Ángeles López, todas a favor de 'pasarse' a Reinosa. La primera no está descontenta con su ayuntamiento, («me atienden estupendamente»), pero Reinosa está más cerca que Matamorosa («vamos andando en 20 minutos») y eso le parece motivo suficiente para cambiarse. La segunda se queja de que Bolmir «está bastante abandonado» y no ve con malos ojos la iniciativa. La tercera no le pone ni una pega a la atención que recibe de Enmedio...y, pese a ello, se iría sin problema.
Otros, como Zubelzu, votarán en contra, si les preguntan. En el bar, dos parroquianos afirman que «esto es una patochada. El que ha pensado esto no lo ha reflexionado, lo ha dicho por decir». Vamos, que no les parece ni medio serio.
En este bloque de los que creen que «esto es una chorrada» están Rafael Ruiz y su madre, Isabel Bárcena. Ruiz se tomó el asunto «a chiste» cuando lo oyó y atribuye el envite a «una picadilla» entre el alcalde y el presidente de la junta vecinal. Reside en Reinosa y, por eso mismo, sabe que en la capital de Campoo se pagan más impuestos. «Este pueblo está bastante decente, con las calles arregladas, con luces... Cuando ya está todo hecho ¿para qué pasarnos a Reinosa?. ¿Qué nos van a aportar ellos que no tengamos? Que me digan tres cosas en las que nos vamos a beneficiar».
Ruiz señala que en Bolmir hay un grupo «que todo es ponerle trabas a la prosperidad. Se instaló aquí una chatarrería y no pararon hasta que la cerraron». Esos mismos, en su opinión, se oponen a que se construya el polígono «y a todo lo que sea avanzar». Y concluye: si Hijosa y Ramos «tienen un problema de diálogo, que lo resuelvan. Que no tengamos que pagar nosotros sus politiquillas».
Politiquillas o no, el presidente de la junta vecinal declaró a este periódico que «es posible» que más adelante se plantee hacer un referéndum para que la gente dé su parecer. Sería el primer caso en Cantabria, donde sólo existe un precedente que tenga comparación: Isla, localidad del Ayuntamiento de Arnuero, quiso administrarse sin el resto de localidades en los años ochenta. El caso llegó hasta el Tribunal Supremo, que en los noventa decidió que no había lugar.
Porque no es tan fácil dar un salto de esta clase. El reclamante tiene que aportar argumentos económicos, de identidad histórica y de deslindes territoriales. Razonamientos que, hoy por hoy, en Bolmir no han salido a relucir.
Posted via email from jmares's posterous
1 comentario:
Estoy de acuerdo en pasar a formar parte del Ayuntamiento de Reinosa. Al fin y al cabo, ya venimos beneficiándonos de estar al lado y sería más justo para todos.
Publicar un comentario