martes, 27 de octubre de 2009

Frente a la gran mentira

Volvemos a tener actualizaciones en el Diario Español de la República Constitucional. Aquí publico el último editorial:

Sin regulaciones adecuadas y un conjunto institucional de filtros y controles, se amañan “creativamente” las contabilidades de las grandes empresas, cuya refinanciación está sujeta a la evolución de su valor en bolsa, el cual depende de los resultados a corto plazo; los bancos se las ingenian para expandir sus marañas especulativas levantando unos armazones que no soportan el peso real de la economía. Y en España, donde no ha comenzado la historia de la democracia, la conchabanza de los partidócratas, banqueros y empresarios privilegiados, está a la orden del día. Ante la cascada de corruptelas municipales y autonómicas, y la ofensa permanente al discernimiento que perpetra la clase dirigente, cabría pensar que los políticos, esencialmente ineptos y ladrones, sólo esperan el momento de alcanzar el poder para desarrollar o combinar esas dos cualidades. Sin embargo, sabemos que este Régimen genera, irremisiblemente, incompetencia, abuso e impunidad.


La particular agudeza de la crisis económica que sufrimos, hace cada vez más difícil que Zapatero se esponje de vanidad; aun así, en su caso, el más seguro de los mutismos no es callarse sino hablar empleando un lenguaje vacío y una retórica hueca: la langue de bois. Además, la incultura política de los votantes requiere el mayor grado de vaguedad y abstracción en las fórmulas de captación de voto: “una sociedad más justa y solidaria” y cosas por el estilo. Por su parte, Rajoy, como un sobreviviente (representación alegórica del poderoso trazada por Canetti), se mantiene erguido encima de un montón de cadáveres; pero ciertos parientes políticos (Bárcenas, los Costa, Camps Rato, Aguirre, etc.), al igual que los médicos malintencionados, saben dónde hacer más daño al tocar. No obstante, tanto los miembros del PSOE como los del PP, forman parte del mismo gremio y están imbuidos del espíritu de la cofradía: el consenso. Y así, todos los diputados se tratan con el afecto de los actores después de la función.


En los medios de comunicación –ese prodigio de tragaderas- encontramos prohombres que aceptan totalmente las convenciones de la monarquía de los partidos estatales: aman el Poder con tal pasión, que pagarían por venderse. Frente a la gran mentira sostenida por la oligarquía de partidos y el oligopolio financiero y mediático, este Diario de la libertad política continuará su andadura.

La libertad política es aquella que permite a los gobernados elegir y deponer a sus gobernantes. Es fácil caer en el error de considerar la libertad política como una consecuencia natural de las libertades civiles (como la libertad de expresión, de asociación, etc.) e identificarla con el derecho al voto. Nada más lejos de la realidad. La libertad política presupone la existencia de libertades civiles, pero no a la inversa: la existencia de libertades civiles no garantiza la libertad política. Para asegurar la existencia y permanencia de la libertad política en una verdadera democracia, los mecanismos necesarios deben estar incorporados a las reglas recogidas en la constitución (separación de poderes y representatividad)

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