domingo, 15 de noviembre de 2009

El tonto impune

Reproduzco por su interés, el artículo "El Tonto Impune", firmado por Antonio Sánchez y publicado en Ácratas.net. Vía Voto en Blanco

Más o menos ocurre lo siguiente:

No se trata, como algunos piensan, de que hubiera hace años una decidida y consciente intención por parte del poder político de manipulación del sistema educativo en orden a una conversión de la clase media en obediente e ignorante clase acéfala, consumista y sumisa. Ni siquiera a la organización capitalista más abyecta le interesaría contar con un país entero repleto de imbéciles. Es peor que esto...

El alumno puede ser un irresponsable y un imbécil sin que nadie se lo tome en cuenta, es más, le han sido puestos a su disposición los más descarados métodos de protección de la imbecilidad ético-pedagógica: simplificación de contenidos, promoción automática, trato de parvulario, sentimentalismo psico-pedagógico, minusvaloración de los objetivos y de las calificaciones, impunidad ante la desobediencia o la falta de respeto, ante la ofensa, la injuria o el maltrato, desorden y continuos cambios caprichosos en el plan de estudios, descalificación de los profesores, indefensión ante la agresión o ante la denuncia.

Teniendo en cuenta que tampoco se aleja mucho el españolito común de estos modelos, porque parece que ha perdido también el interés por la formación intelectual y por la honradez, entonces tenemos completo el cuadro. Estamos entrenando a los escolarizados para que tengan la posibilidad de comportarse como unos canallas y unos irresponsables.

Y ya hemos llegado al fondo del asunto. Decíamos que no se trata de una argucia del capitalismo postmoderno. Al fin y al cabo, para explotar a alguien es necesario que el alguien en cuestión tenga algo que pueda ser explotado. Que no sea un tonto del haba. Se trata más bien, en este país, de la peculiar forma en que el poder de los partidos políticos (el único existente en España, porque nuestra Constitución falsamente democrática hace recaer todos los poderes en el Legislativo) ha logrado que convivamos con el delito como si fuese el acontecimiento más normal y cotidiano de nuestras vidas, nuestro medio ambiente.

Alcaldes, ministros, hermanos de ministros, altos funcionarios, empresarios, banqueros, abogados célebres, sin la mínima conciencia de la indignidad del delito, nos ofrecieron y nos siguen ofreciendo diarios espectáculos. Entran y salen de los juzgados y del talego directamente hacia el plató de televisión para contar su heroicidad con la pasta que se merecen en el bolsillo. Sin un asomo de pesadumbre. Esto sólo lo puede aguantar sin que se le caiga la cara de vergüenza aquél que ha sido educado para comprender, desde la cuna, que se puede vivir toda la vida siendo un tonto impune y un chorizo.

En este estado de cosas, la pantomima hipócrita de la Educación para la Ciudadanía clama al misterio. Puestas las condiciones a lo largo de arduos años de defenestración para que el joven entienda que se puede pasar la responsabilidad por el forro, se encomienda a un puñado de esbirros la tarea de comunicarles a los alumnos lo que ellos ya han aprendido sobradamente a despreciar.


Antonio Sánchez

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